domingo, 4 de diciembre de 2016

EL CANDOROSO ETERNO


Creo que es mejor querernos de a ratos
Así desamorarse no se vuelve más que menos.

No le da a uno tiempo, la brevedad de lo bueno ocupa.

Creo que es mejor vernos poquito
Aunque las ganas de mucho pretendan hacer de las suyas

Luego el mucho arrebata llevándose todo

Creo que así podremos vivir en el amor por más tiempo
Prolongar el siempre
El siempre de quien quiere estar

El candoroso eterno.


Escrito por Alicia Ayora Talavera

jueves, 17 de noviembre de 2016

DOMESTICADOR DOMESTICADO

                                                                                                             

                                                                                                               La luz es la pregunta;
                                                                                                            la posesión de la duda, 
                                                                                                                       no de la verdad.

Supongo que la humanidad ha estado desde siempre en peligro constante, no por nuestra vulnerabilidad frente a la naturaleza, si no frente a nosotros mismos. Una lucha constante para sobrevivir al autoexterminio disfrazado, el mal llamado o distorsionado ideal de progreso. Decir que no puede suceder algo peor es inocente, la vida es una pregunta constante porque es impredecible, los seres humanos también. Eso no ha bastado para tener cautela, podremos ser cualquier cosa, desde lo mas extraordinario hasta lo mas aberrante, sólo necesitamos estar en el momento y lugar adecuados. Un niño y Trump, por ejemplo. 

   No hay lugar más peligroso para estar que en nuestra cabeza, un hilo separa del sin sentido, del agujero negro de la vida. ¡Es tan corta la distancia que nos separa de las cosas!

   ¿Somos todos necesarios? El hecho de “estar” es la respuesta. No se trata de quienes estamos sino de cómo estamos. 

   Hasta el más falto de raciocinio indudablemente tiene un sentido del bien, nos lo da el instinto; bien es el mero hecho de no tener que recurrir al instinto de supervivencia para salvaguardarse del otro.  Sí, del otro. Juzgar los actos de la naturaleza, sería olvidar que muchas de sus trasformaciones son producto de las nuestras; la naturaleza no es justa, carece de voluntad, por lo tanto también de responsabilidad; ésta tan sólo sucede. Es.  

   Tanto la dignidad como la justicia son menester de los hombres. Sólo entre nosotros mismos podemos reconocernos dignos o hacernos sentir indignos, reconocer lo justo o ser injustos. ¿Pero qué es lo justo? Todo lo que nos hace dignos. ¿Qué es ser digno? El respeto al derecho inherente de libertad que nos permite desear ser y estar en la vida. Sólo se desea vivir en bienestar. Resulta injusto e indigno entonces que no a todos toque “ver la luz, tener la duda”. ¿Podemos hablar de justicia entre los individuos si no todos ven la luz? ¿Podemos hablar de responsabilidad si nacemos ciegos, en un estado de absoluta vulnerabilidad frente a la voluntad ajena?  

   ¿Cómo asumirse ciego, sordo, mediocre si entre ellos se ha crecido? ¿Acaso puede asumirse la responsabilidad de la ceguera, sordera o mediocridad si nunca se ha visto la luz, escuchado la propia voz, pensado por sí mismo?  

   Entonces ¿quién es el responsable de ayudar a ver la luz? Todo el que la ha visto. Quien vive en la pregunta, en la duda, quien no le teme a la respuesta. Quien no da nada por sentado, quien no impone, quien regala la posibilidad de dudar al otro, quien promueve la pregunta, quien ofrece su respuesta pues quien la impone (disfrazada o no) es porque carece de preguntas, un domesticador domesticado. 

Ver la luz no es de privilegiados, es de los afortunados. Todos merecemos el beneficio de la pregunta. 


Escrito por Alicia Ayora Talavera  

martes, 23 de agosto de 2016

CADA VEZ




Foto: Jorge J Pérez "Adiós Cuba"


Perder el amor esta vez
por atender
subsanar
tratar de renovar
en el tuyo 
al que se fue

Que desacierto…

Perder el amor esta vez
Por hacerlo mejor
Inútilmente 
En lugar de vivir
en el tuyo
Su diferencia


Amor 
Único
Cada vez


Escrito por Alicia Ayora Talavera

martes, 26 de julio de 2016

MIL SOLES ESPLÉNDIDOS DE KHALED HOSSEINI



¿Cómo sanar el sufrimiento de cada una de las víctimas de la guerra? Ha de ser terrible que el referente de tu historia sea el número de tus muertos. ¿Hasta dónde es capaz el ser humano de aguantar?¿Cómo sanar el dolor de cada una de las mujeres en Afganistán sometidas a las reglas sociales y religiosas más absurdas y humillantes que van en contra de toda dignidad? 
Mil soles espléndidos es la historia que Khaled Hosseini  narra sobre dos mujeres afganas. Para mí ellas representan a todas las mujeres víctimas de la religión islámica. Ambas vidas se van entretejiendo dentro de la situación económica, social, política y religiosa que impera desde la intervención soviética en Afganistán, la llegada de  los talibanes que se hacen del control del país imponiendo su versión de la ley islámica con suma dureza, acabando con todo signo de progreso - desde la alfabetización hasta  los derechos para la mujer- alcanzados durante el breve lapso comunista, hasta la aparición de la organización terrorista  Al Qaeda.
Con diez años de diferencia, Miriam y Laila, crecen con el mismo sueño de ir a la universidad. Miriam es considerada una harami (bastarda), su madre sola y amargada frente a la vida miserable que ha tenido, le niega toda posibilidad de una vida diferente.  Laila es hija de un profesor que desea verla libre e independiente. En 1978 el Partido Democrático Popular de Afganistán (PDPA) da un golpe de estado y se desata una guerra de poderes entre gobiernos y religión, arrastrando destrucción, hambre, pobreza, la muerte de los padres de Laila y por supuesto la imposibilidad de seguir estudiando. 
Miriam con 25 años casada con Rashid desde los quince, sin poder darle hijos vive una vida llena de humillaciones y maltratos. A la muerte de sus padres Laila de quince años se ve obligada a casarse con el mismo hombre de Miriam, y a vivir los mismos infortunios  potencializados por su espíritu rebelde alimentado en sus años de estudio. Con el paso de los años se transforman en compañeras de las mismas vejaciones y también en las mejores amigas. Todo lo que escuchamos sobre la vida esclavizada, humillante y violenta bajo la que viven las mujeres de Afganistán, está plasmada en la vida de éstas dos mujeres. 
Insisto y lo confirmo una vez más después de leer esta novela, que el amor nunca sale sobrando en ningún lugar y que todo aquel que tiene la oportunidad de probar la libertad en alguna de sus dimensiones, se vuelve incapaz de perderla, cederla. No hay vuelta atrás. Por la libertad, hasta la propia vida. 


Khaled Hosseininació en Kabul Afganistán y se trasladó a USA en 1980. Estudió medicina en la Universidad de California. En el 2006 fue nombrado Embajador de buena voluntad del ACNUR (Alto comisionado de naciones unidas para los refugiados). Es autor de Cometas en el cielo que junto con Mil soles espléndidos han sido traducidas en más de 70 países. En el 2007, Khaled puso en marcha la fundación que lleva su nombre, destinada a proporcionar ayuda humanitaria. 

Escrito por Alicia Ayora Talavera

viernes, 1 de julio de 2016

EL HOMBRE QUE AMABA A LOS PERROS DE LEONARDO PADURA



Mi corazón comenzó a ser presa de la angustia; en la página 638 sentía que se salía del pecho a pesar de saber el desenlace de ese capítulo en el que Ramón Mercader asesina a Trotski. Me comía de a dos o a tres las palabras, el estómago se anudaba mientras el asesino debate mentalmente sobre si hacerlo o no, y en qué momento clavar el piolet sobre la cabeza de la víctima. Fue insufrible. Peor cuando terminé la novela y recurrí al internet para ver físicamente como era Sylvia Ageloff, que describe Padura como una mujer nada agraciada, y me encontré con la cara de Ramón y a Trotski. Imágenes atroces. Mi alma se sintió profundamente triste. No importa la época, ni quién y a quién. Es todo. Por algún lugar Nietzsche y Unamuno mencionan en sus obras Homo sum; nihil humani a me alienum puto:  “nada humano me es ajeno”, frase de Publio Terencio Africano en su obra “El enemigo de sí mismo”.
Nada humano me es ajeno, pero no deja de aterrarme… así como las cosas extraordinarias no dejan de sorprenderme.
Padura se lleva mis palmas por la manera tan extraordinaria de relatar esta historia que fue una película en mi cabeza, un rompecabeza cuyas piezas fueron encajando en lo poco o nada que conozco de la historia -en el sentido del mundo de “1984” de Orwell, en todo lo que he leído apasionadamente sobre el lenguaje, en el peligro para el pueblo de cualquier movimiento político que lideree un gobierno, en la idea de que al final muy en el fondo y a pesar de estar “absolutamente convencidos” de que lo que creemos como lo verdadero y necesario sólo es un momento-, porque el mundo no para de girar y una sola cabeza no es suficiente para alcanzar a mirar absolutamente todas las cosas que implica un segundo de la historia. No somos nada. “La soledad de los espacios vacíos me aterra”, solía decir Pascal.
“El hombre que amaba a los perros” es la narración de la vida de León Trotski (Liev Davídovich) hasta su asesinato, en paralelo con la de Ramón Mercader, su asesino. Definitivamente es una novela que me ha aportado infinidad de información histórica y cuestionamientos sobre el cochinero del poder en un suspenso que devoró mis uñas.
También me llenó de congoja por el sentimiento humano, sentimiento real porque dentro de la ficción de esta obra está la historia. El dolor de Trotski, de su esposa Natalia Sedova, el de Sylvia Ageloff y los horribles momentos que imagino habrá pasado al descubrirse engañada, ¡qué engaño tan humillante! Me conmovió hasta el del mismo Ramón Mercader cuando se cuestiona lo que ha hecho -eso no disminuye lo monstruoso de sus actos (ni los de Trotski)-. A Josef Stalin no hay manera de considerarlo, deseo que esté ardiendo en el infierno. Y en el mismo círculo de Adolf Hitler, a quien desdeñaba y al final terminó por centuplicar sus hazañas criminales y racistas. Legando hasta hoy un comunismo putrefacto en dictaduras de pacotilla… hacia las que la ignorancia de la izquierda prefiere callar y otorgar un  crédito que las inmortaliza y las defiende.
La descripción de Diego Rivera encaja con la idea que he tenido de él desde hace algunos años (rojo de dientes para afuera: como Picasso, Neruda, Siqueiros y muchos más), al igual que de Frida. La contradicción de los que se preocupan por cambiar la historia injusta del pueblo y se reúnen en chalets a discutirlo entre las mejores viandas, whisky, tequilas añejos y reposados, vinos importados  y unas buenas orgías (conste que no es envidia ni mojigatería). Fundando cárceles y provocando éxodos y hambre en sus pueblos. Que aplauden discursos vacíos y crímenes injustos. Carlos Monsiváis hablaba de "lo peligroso de la ignorancia de la izquierda". Hanna Arendt se refería a la “banalidad del Mal” y a las ovejas que aprietan botones para decidir acerca de las vidas ajenas… o se contentan con “diminutas revoluciones desde Facebook” para decir a sus colegas que “marcha con las ruedas de la Historia” y contribuye con sus mediocres “like” al cambio sociocultural y político de su barrio virtual. En 1951, la esposa de Trotski se separó de todo lo que tuviera que ver con comunismo, abominando de todos.
Si algo tuvo Trotski fue que dijo la Verdad, pero como Casandra, nadie creyó en su claridad de visión.
Leonardo de la Caridad Padura Fuentes, novelista cubano conocido internacionalmente por su serie de novelas policiacas protagonizadas por el detective Mario Conde: Pasado perfectoVientos de cuaresmaMáscarasPaisaje de otoñoAdiós, HemingwayLa neblina del ayer y La cola de la serpiente, traducidas a numerosos idiomas y merecedoras de premios como el Café Gijón, el Dashiell Hammett, el Premio de las Islas y el Brigada 21.

Escrito por Alicia Ayora Talavera 

lunes, 27 de junio de 2016

AVATARES DE LO INCONCEBIBLE


Amor, no has sido nada de lo que creí. En realidad no hay gran cosa que entenderte mas que sentirte cuando abrazas entre tanto creces o decreces -porque nunca desapareces-.
Creces ante la bondad de unos ojos y su voz hacia mi amor y mi persona. Decreces si se desconoce la bondad de los míos, de mi voz y mi persona.
Siempre estás ahí, latiendo.
Por eso uno ama, des-ama, vuelve a amar Me concedo la fortuna de navegar entre estos avatares aunque lo único que obtenga sea la tristeza del empaño ridículo de lo “inconcebible”... de lo que es. Escrito por Alicia Ayora Talavera

miércoles, 18 de mayo de 2016

EL NUEVO DESORDEN AMOROSO DE ALAIN FRINKIELKRAUT Y PASCAL BRUCKNER



EL NUEVO DESORDEN AMOROSO NOS DESORDENA A TODAS Y A TODOS. EL CAOS HA GANADO LA BATALLA A LA ARMONÍA. LA DECONSTRUCCIÓN LE HA GANADO A TODAS LAS CONSTRUCCIONES. 

Tengo que iniciar usando como epígrafe las mismas palabras del anti-psiquiatra Thomas Szaz que traen a colación los autores para el tema:

“En la medida en que la ideología que amenaza actualmente las libertades individuales no es religiosa sino médica, 
el individuo debe estar protegido no por unos sacerdotes sino por unos médicos.”

El nuevo desorden amoroso es un libro-ensayo sobre la medicalización del sexo: del orgasmo, del placer sexual, de la satisfacción y una gama amplia de puntos relacionados. Medicalizar es entrar al parangón de lo natural y de lo sano. Bruckner y Frinkielkraut, dos de mis filósofos contemporáneos favoritos, adelantados a la época (cabe la enorme posibilidad de que la atrasada sea yo… por el continente en el que habito) cuestionan la “teoría del orgasmo” de Wilhelm Reich, quien considera que “la salud psíquica depende de la potencia orgástica, y que la enfermedad mental es un resultado de las perturbaciones de la capacidad natural de amar”. ¡Por dios! ¡Qué manera de infectar lo mejor que nos quedaba, que manía de querer “curar y corregir” a todo el mundo! Sí, señores, la sexualidad ha sido una víctima más del capitalismo, del progreso, de lo medible, cuantificable, cualificable.  (No es que tenga algo contra Reich, porque él desmitificó muchas regiones antes vedadas y sufrió la avalancha de ignorancia de tres regímenes: el comunista-socialista, el nazi nacional-socialista y el capitalismo-imperialista: víctima de los tres sistemas).

“La palabra falocracia que supone a los hombres amos de las mujeres, contiene una extemporalidad flagrante, pues si bien existe dominio, la mujer es la esclava de un esclavo. Sometido al código de la virilidad, a la necesidad ciega de aumentar su rendimiento”.

En la sociedad de consumo las necesidades hay que crearlas, y luego ofrecer con mano benevolente y salvadora el golpe de la satisfacción o cura en la fe incuestionable a la ciencia. Así llega  la “sexología burguesa o política” -se me antoja vestida de blanco y con azahares envenenados- como la pócima para el mal, la medicina para el amor. La cura a su “enfermedad construida”.

La obra inicia paradójicamente con el orgasmo y las implicaciones sociales ante la “concepción científica del mismo” sobre la vida del individuo; origen de modelos, códigos y roles sociales.

La revolución sexual, pornografía, prostitución, el amor, el goce femenino… son algunos otros  puntos deconstruidos que forman parte de este tesoro de libro.

Me encantaría transcribir algunos párrafos que no me canso de releer, pero son tantos que sería hacerlo con el libro entero. Si eres de alma irreverente, blasfema e irónica “propia del genio filosófico y liberal, el sello de la mente humana, el instrumento irresistible del progreso”, escribió Proudhon, ¡lo mejor es leer la obra completa!

El nuevo desorden amoroso, publicado por Anagrama, colección Argumentos, quinta edición, 1966, Barcelona-España, de Pascal Bruckner y Alain Frinkielkraut, es parte de mi colección de obras predilectas. Creo que el libro se lo robé a un amigo, pero ha sido el mejor acto que he cometido en esos órdenes.



AÑADO:

Sobre los autores:

Pascal Bruckner, es filósofo y novelista francés, nació en París en 1948. Colaborador habitual de Le Nouvel Observateur, en 1995 obtuvo el Premio Médicis de ensayo por La tentación de la inocencia y en 1997, el Premio Renaudot por la novela Los ladrones de belleza. Otra de sus novelas, Lunas de hiel, fue adaptada al cine por Roman Polanski. Entre sus títulos ensayísticos, (además de este ensayo, que escribió en colaboración con Alan Finkielkraut), está La euforia perpetua y Miseria de la prosperidad.

Alain Finkielkraut, filósofo y ensayista francés de origen judío polaco,  es profesor de Historia de las ideas en la Escuela Politécnica de París.

Ha publicado numerosos ensayos sobre el mundo moderno, siguiendo la estela de otros pensadores como Hannah Arendt o Michel Foucault, mostrando una gran desconfianza en el progreso.

Algunas de sus obras son La derrota del pensamiento, 1987, El judío imaginario, 1981, La sabiduría del amor 1984 así como La aventura a la vuelta de la esquina escrita  también en colaboración con Bruckner. Finkielkraut es un activo defensor de la comunidad judía. Todos sus libros son exquisitos. ¡Hay que buscarlos!


miércoles, 4 de mayo de 2016

SEDA



Si resumiera en una palabra la obra “Seda” (1996) de Alessandro Baricco, usaría “exquisita”. 
El título también puede hacer alusión a la forma de narrar del autor -acaricia con palabras- así como a la delicadeza del romance que se desarrolla en la novela. No cabe duda que muchos se puedan sentir identificados con la intensidad de un amor imposible...¿Acaso lo posible no es tal y como sucede? 
Difícil tarea entender que nada de lo que imaginamos o deseamos será de esa manera, ni en tiempo ni en forma y ese hecho lo convierte como en lo único posible, lo perfecto; deseo cumplido deja de ser deseo. Caduca. El deseo permanece únicamente ante la imposibilidad de cumplirse. Quizá por eso el amor (como algo determinado) es un ideal, una vez alcanzado… se desmorona. Bah! 
El amor y sus infinitas formas, sin principios ni fines. 
La historia inicia en Lavilledieu Francia pueblo convertido en productor de seda gracias a Baldabiou. La epidemia de pebrina llega a Europa arrasando con los huevos del gusano de seda y  Hervé Joncour  es convencido por Baldabiou para viajar “hasta el fin del mundo”. Japón. Isla de leyendas sobre la producción de la seda más linda del mundo, isla de velos tejidos que al tocarlos es como tocar la nada. Llegar ahí  es travesía de meses que culmina en una aldea en las colinas a las que llega Hervé la primera vez con los ojos vendados y donde pasa una noche antes de negociar la compra de huevos con Hara Kei, el hombre más inexpugnable de Japón “amo de todo lo que el mundo conseguía arrancar de aquella isla”. Mientras Hara sentado en el suelo con las piernas cruzadas escucha detenidamente al francés en aquella habitación que no ostenta lujo, acaricia el cabello de la mujer vestida en seda roja que descansa con los ojos cerrados la cabeza sobre su regazo. La conversación pasa a segundo plano, deja de importar en el momento que la mujer de ojos sin rasgo oriental, los abre y fija la mirada sobre Hervé quien trata de no inmutarse. 
Justo aquí la historia muerde la desesperación del lector por saber todo aquello que acontecerá; fui arrastrada a la velocidad de la luz y devoré en un par de horas hasta el final el libro. Seducida por “Seda” llegué al climax del regocijo que pueda causarme una historia; luego vino un silencio punzante, el de mi deseo de un final corriente -ese que todo el mundo espera del amor- que inútil se debate ante la risa sarcástica de la belleza de un romance perfecto. 
Esta novela es un suspiro.
No puedo irme sin transcribir mi fragmento predilecto, el que amé.

"Baldabiou escuchaba.
Le hizo daño oír, al final, como Hervé Joncour decía en voz baja.
-Ni siquiera llegué a oír nunca su voz.
Y al cabo de un momento:
-Es un dolor extraño.
En voz baja.
-Morir de nostalgia por algo que no vivirás nunca".


Alessandro Baricco, novelista, dramaturgo y periodista italiano nació en Turín en 1958. En los inicios de los años 90 debutó como escritor de ficción con la novela “Tierras de cristal” (1991).
Sus novelas posteriores  están narradas muy al estilo de Baricco, poéticamente. Entre ellas están “Océano Mar” (1993), “Seda” (1996), “City” (1999), “Sin sangre” (2003), “Homero, Ilíada” (2006) y “Esta historia” (2007), y también obras de teatro, entre ellas “Novecento: Un monólogo” (1994), “Totem” (1999) o “Davila Roa” (1996).

También es fundador de la escuela de técnicas de escritura llamada Holden (en homenaje a Salinger), y curiosamente es un escritor alejado del “circo” mediático, apenas concede entrevistas (¡eso me encanta!)
La novela “Seda” fue traducida por Xavier González Rovira y Carlos Gumpet.
Primera edición Editorial Anagrama. 

martes, 3 de mayo de 2016

CAÌN


El pecado está en la lengua.  Así es. Esto desde que Dios decidiera darle a Adán y Eva la forma de ponerse en “contacto con las interioridades más profundas del ser corporal” y “causar la oscura y laberíntica confusión” que nos persigue hasta hoy día.
Muy a su estilo de “narrar sin respiro” para ser leído de la misma manera, Saramago hace un repaso histórico de pasajes bíblicos, predecibles en el desenlace de cada escena para los que han tenido algún tipo de contacto con esta historia e inhóspitamente inconcebibles para la moral implementada en las enseñanzas de las sagradas escrituras. ¡Blasfemia!
En realidad el pecado original es haber usado la cabeza, o lo que es lo mismo pensar por cuenta propia.
Dios -por ser dios- no tiene que reconocer públicamente haber errado; posiblemente por eso los mortales creen que no los comete… ¿acaso prohibir comer del árbol del conocimiento sobre el bien y el mal y dar raciocinio a sus creaturas no es incongruente? El “génesis” es el pensamiento y la genealogía de la moral- no la de Nietzsche-.
El destierro del paraíso muestra la faceta de Adán como hombre. Con tantos temores como los de Eva, pero los procura ocultar bajo su imagen de macho. Mientras tanto Eva se descubre ¡atrevida!, ¡audaz!, ¡emancipada!
Acabada la buena vida, el castigo del trabajo para Adán y las incomodidades del embarazo hicieron de él un buen agricultor y de ella la madre de tres hijos.
A pesar de haber sido los mejores amigos de infancia los dos mayores comienzan a mostrar distintas vocaciones. Caín se dedicó al campo y Abel al ganado. Como manda la obligación y tradición religiosa, el día de la ofrenda a dios, Abel quema carne de ganado y Caín los productos de la tierra. El humo que se pierde en las alturas es señal de haber sido aceptada la ofrenda. Para mala suerte de Caín, el humo de la suya se difumina sin subir, señal del rechazo sin contemplaciones. Tras varios intentos fallidos se desata la burla de Abel hacia el hermano, no sólo ese día, sino toda la semana. El final ya lo sabemos. Dios aparece frente a Caín: “¿Qué has hecho con tu hermano?, preguntó, y Caín respondió con otra pregunta, ¿Soy yo acaso el guardaespaldas de mi hermano?; Lo has matado, Así es, pero el primer culpable eres tú, yo habría dado mi vida por su vida si tú no hubieses destruido la mía, Quise ponerte a prueba, ¿Y quién eres para poner a prueba lo que tú mismo has creado…?” ¡Jesús, María y José! Diría mi abuela.
Y así como en este fragmento, Saramago pone dentro de los diálogos de los personajes una pregunta tras otra cuestionando  a un dios que no es de fiar. “Qué diablo de dios es éste que, para enaltecer a Abel, desprecia a Caín”.
No hay nada que haya leído de José Saramago que no me provoque suspiros, risas ante su sarcasmo, y el deseo de escribir algún día sin respiro como únicamente lo sabía hacer él.
José Saramago hijo de campesinos pobres, nació en Portugal en 1922. Su primera novela “Tierra de Pecado” fue publicada en 1947; a pesar de las críticas favorables, no volvió a escribir hasta veinte años después. Fue una persona comprometida con el género humano. Premio Nobel de Literatura en 1998, su obra está considerada como una de las más importantes de la literatura contemporánea.
Entre  sus obras están “Alzado del suelo” (1980) fue la novela que le reveló como el gran novelista maduro y renovador portugués. “Memorial del convento” (1982), “El año de la muerte de Ricardo Reis” (1984), “La balsa de piedra” (1986), “Historia del cerco de Lisboa” (1989), “El evangelio según Jesucristo” (1991) y “Ensayo sobre la ceguera” (1995), obra en la que el autor desde planteamientos éticos advierte sobre "la responsabilidad de tener ojos cuando otros los perdieron". Murió el 18 de junio del 2010.

Escrito por Alicia Ayora Talavera

martes, 12 de abril de 2016

EL EXTRANJERO DE CAMUS



La vida se ha vuelto un deber.


Un hombre simple, sin aspiraciones, escrúpulos y ambiciones sociales establecidas, se traduce en  “solitario, aburrido y anormal”. Después de conocer a Meursault, protagonista de la novela El extranjero de Albert Camus, me cuestionaría hasta el discurso de los ideales y el de la pasión como formas filosóficamente esenciales de vivir la vida. Cuestión de percepciones. Hasta quien desea pasar inadvertido está penado.

Que a nadie moleste, que nadie me deba, pasar así, pasar por la vida y disfrutar sin necesidad de exaltaciones, ni lazos, cuerdas al cuello; que la virtud radique en mi invisibilidad.

Que la intensidad de las cosas que vivo, como las vivo y las manifiesto, las determine yo.

Para el protagonista de El extranjero, vivir era tan simple que nada parece inmutar la pasividad y forma de vivirla, así sin más, con sus propias medidas de valor determinadas por su emoción orgánica y no por las que suele regirse la vida del hombre. Tal desapego a las convenciones sociales puede significar, o que las personas seamos unas tabulas rasas o que no signifique nada, como pensaría Meursault.

El extranjero es una novela ambientada en Argelia. Al protagonista, Meursault, hombre ordinario, que vive solo después de llevar a su madre a un asilo ante la imposibilidad de cuidarla, con un trabajo de oficinista marcado por la rutina -algunos días más cargados que otros-, le avisan del asilo que su madre ha muerto. Pide permiso en el trabajo y pide prestado un traje para la ocasión. Durante la entrevista con el director del asilo éste le explica lo sucedido, Meursault escucha con la misma pasividad y silencio con la que entierra a su madre.

Las lágrimas parecen no ser un recurso en su vida; regresa a la ciudad y Marie una mujer que le encanta, lo invita a descansar en la playa con sus amigos; ese día su vida se vuelve una desgracia. La trifulca con unos árabes -que había iniciado en la ciudad uno de los amigos de Marie-, termina frente al mar con la muerte de uno de ellos cuando Meursault dispara cuatro veces sobre él.

En la segunda parte de la novela, Camus, sin desafiar directamente al lector, cuestiona en la voz de Meursautl condenado a muerte, la moral bajo la que se define hasta la misma salud mental de los individuos, y desde la cual está el afán de encontrar una explicación lógica a lo absurdo.

La falta de lágrimas como muestra irrebatible del dolor ante la muerte de su madre, el deseo de descanso y el disfrute del sexo con Marie después de enterrarla, resultan tan indignantes que se transforman en testigos de la “crueldad criminal” del acusado y justificación de los cuatro disparos sobre el árabe asesinado.

Hay que leer la obra para entender la “sin razón” del protagonista para haber disparado. “Qué me importaba la muerte de los otros, el amor de una madre, que me importaba su Dios, las vidas que uno escoge, los destinos que uno elige, puesto que un solo destino debía elegirme a mí y conmigo miles de millones de privilegios que, como él, (el capellán que va a confesarlo) se decían mis hermanos”. . Leí y releí las últimas dos páginas que me siguen poniendo la piel de gallina y me hacen pensar que al final si fuimos elegidos para morir, deberían dejarnos vivir nuestra propia vida. ¿Acaso no es suficiente?

El extranjero (1942) fue la primera novela publicada por Albert Camus, en la que materializó su visión del destino humano como absurdo.

Novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista, nacido en Argelia, fue premio Nobel de Literatura en 1957. Nacido en el seno de una modesta familia de emigrantes franceses, su infancia y gran parte de su juventud transcurrieron en Argelia. Inteligente y disciplinado, empezó estudios de filosofía en la Universidad de Argel, que no pudo concluir debido a que enfermó de tuberculosis. Murió en un accidente de tránsito en 1960. Entre sus obras están El mito de Sísifo, La peste, La caída, El hombre rebelde entre otros.

http://www.ciudadocio.com.mx/libros/resena_libro.php?id=75

Escrito por Alicia Ayora Talavera



miércoles, 6 de abril de 2016

CANEK EN ERMILO ABREU GÓMEZ



Escrito de forma tan sencilla es lo que lo hace poético, o quizá es la sabiduría ancestral sobre la dignidad humana la que trastoca esta corta historia en un verdadero deleite. 

Es un librito de 126 páginas cargadas de significados sobre la injusticia, el abuso y las arbitrariedades a las que eran sometidos los indígenas mayas por los conquistadores españoles. Es una leyenda ligada a hechos reales, como la rebelión indígena de 1761, en la que al final Canek fue preso y ejecutado en diciembre del mismo año.

Canek-niño vive en la hacienda, hace amistad con Guy, el niño blanco. Tienen algo en común que los une: la discriminación. Uno por indio y el otro por tonto y enfermizo. Su familia lo abandona en la hacienda a cargo de la tía Charo, una mujer flaca y alzada, que odiaba a los indios.

Canek era un niño muy observador y aprende mucho de los sermones del padre Matías, que en lugar de hablar de la doctrina y los milagros, habla sobre las injusticias de los hombres. Guy muere enfermo y eso causa una enorme tristeza a su amigo… “Le queda una lumbre negra en los ojos”, escribe poéticamente Abreu Gómez; quizá en ese momento inicia la vida adulta de Canek, quien privilegiado con el espíritu de lucha y lleno de cuestionamientos sobre la injusticia en la que viven él y todos los indios, decide alzar la voz y rebelarse. 

Ermilo Abreu Gómez dijo alguna vez que este libro era el que mejor reflejaba su dolor, refiriéndose al dolor de los humildes, al de los indios de su tierra. “Si su lectura aviva la conciencia del hombre frente a la injusticia, me tendré por satisfecho”, exclamó.

Ermilo Abreu Gómez, escritor, profesor y catedrático nacido en Mérida, Yucatán. Tenía un profundo interés por el período prehispánico, fruto de ello es esta obra. También escribió El Corcovado (1924) y Quetzalcóatl, sueño y vigilia (1947). Busquen sus libros y los adorarán. 

Fue uno de los más famosos escritores mexicanos; sus obras de crítica, sus obras de creación, su tarea de maestro en México y en el extranjero, han servido a más de una generación y han consolidado su merecido prestigio. Una de sus obras más hermosas es Canek. Este pequeño libro misterioso, lleno de bondad y de malicia, de dulzura y energía, deja en el lector una huella honda.




Escrito por Alicia Ayora Talavera



http://www.ciudadocio.com.mx/libros/resena_libro.php?id=74

martes, 5 de abril de 2016

FACTOTUM Y BUKOWSKI, EL POETA MALDITO



“La idea de sentarme enfrente de un hombre sentado detrás de un escritorio y contarle que deseaba un trabajo, que estaba capacitado para hacer ese trabajo, era demasiado para mí. Francamente estaba horrorizado de la vida, de todo lo que un hombre tenía que hacer sólo para comer, dormir y poder vestirse”.

¿Acaso hay alguna manera más franca y obvia de manifestar la ignominia a la que ha sido expuesta la dignidad humana... hoy determinada por el trabajo, actividad legitimada como el sentido de la vida? Lo terrible no es estar consciente de ello, lo es el "no tener escapatoria". Somos esclavos del sistema capitalista y del mal llamado socialista. El imperio y las necesidades nos dominan. El precio de la libertad cada día es más caro... y romper con todas las reglas arrastra a un estilo de vida socialmente miserable.

Así parece ser la vida de Henry Chinasky –alter ego de Bukowsky- en la novela Factotum que narra su recorrido por cada estación, trabajo de baja categoría y mujer por los que pasa, pierde o abandona. La obra refleja cómo la ética del trabajo doblega a los individuos pero no al protagonista, que por lo mismo cada vez soporta menos en cada uno de sus factotums.

En esa vida “insegura y miserable”, el total de sus posesiones son una maleta de cartón y la ropa que trae puesta; siempre en busca de un nuevo trabajo cuando -desempleado- ya no tiene para comer y beber. Dormir en un parque le da igual que en una cama, así como ofrecer el único mendrugo de pan del día a algún hambriento.

En la vida del protagonista no existe el mínimo deseo de posesión, y cada billete es guardado el tiempo necesario en que le toca su turno de ser invertido en alcohol, comida y cuando hay la oportunidad, apostar en las carreras de caballos. Admirable para muchos su valor, pero no pasa de ello. Pocos como Chinasky. Por tanto se vuelve caricatura de sí mismo.

Charles Bukowski,  poeta maldito, con su lenguaje y actitud soez, renuncia a todo como sólo puede hacerlo un hombre libre, excepto a la satisfacción de sus placeres, las mujeres, al alcohol y la devoción a la escritura.

Factotum es la segunda novela de Charles Bukowski y fue adaptada al cine en el 2005, haciendo el papel protagónico Matt Dillon.

Bukowski fue un escritor y poeta estadounidense nacido en Alemania; personaje excéntrico y arrebatado, murió en 1994. Su obra recibió tantas críticas negativas como positivas por su lenguaje ofensivo -según algunos- como un exhibicionista literario.  Otros realzaron su autenticidad y su condición de escritor y poeta maldito.

Entre sus novelas están Cartero (1989), Mujeres, La senda del perdedor, Hollywood y Pulp.

También su poesía es altamente recomendable. A través de él obtienen voz y voto los personajes del inframundo norteamericano: bares, antros, cantinas, baños públicos, puentes de homeless, barriadas, campos deportivos, callejones, riñas callejeras, prostíbulos... Nos habla de los desechos humanos del Sueño Americano, y se le ha comparado con Henry Miller, Céline y Hemingway... 


http://www.ciudadocio.com.mx/libros/resena_libro.php?id=72

Escrito por Alicia Ayora Talavera

lunes, 28 de marzo de 2016

1984 DE GEORGE ORWELL



Como otras obras de ficción que he leído, 1984 parece ser el cumplimiento en proceso de un desesperante vaticinio.
Cuando la historia de un libro refleja una cercanía a la realidad bastante desoladora, continúo leyendo con la esperanza de un final que deshaga mis angustias.
George Orwell en 1984 me deja un sentimiento de ansiedad ante la innegable verdad del uso del lenguaje como el arma perfecta para controlar todo lo que está en nuestras narices. Ese control lo vivimos todos los días, está presente en la masificación ideológica de cualquier discurso dominante, sólo hay que reducir todo a un término -la palabra felicidad por ejemplo- y podemos sentarnos en la butaca a ver lo que sucede.
La dictadura no es cosa del pasado ni la sofisticación tecnológica cosa del futuro.
El fanatismo no es exclusivo de las religiones ni la ignorancia de la falta de educación.
Las acciones ilícitas descaradas de gobiernos tiranos, hoy son ironías revertidas; cinismo que maquilla la verdad innegable de sus patrañas.
La manipulación de la realidad a través del lenguaje está en boga, y la necesidad humana de explicarse el mundo nos hace vulnerables a ella.
¿Podemos pensar o imaginar lo que no existe en nuestro lenguaje? He ahí el riesgo. A menor lenguaje, menor entendimiento del mundo y mayor riesgo de manipulación.
La historia sucede en Londres, ciudad perteneciente a Eurasia, una de las tres grandes potencias mundiales de 1984, dominada por el “Gran Hermano” y el partido único. Winston Smit trabaja como funcionario del “Ministerio de la verdad”, entidad encargada de controlar la información, falsear la realidad y manipular la opinión pública; decide rebelarse contra el gobierno totalitario que vigila hasta la respiración de los ciudadanos, castigando a todo aquel que pretenda delinquir con el pensamiento.
El vocabulario de la ciudadanía ha sido reducido a pocos términos compilados en el “Diccionario de la Neolengua”, cuidadosamente elegidos por el sistema; a lenguaje escaso ideas cortas. En Eurasia nadie pueda pensar más allá de lo que el mismo sistema requiere.
Suponiendo que estuviéramos destinados unos más, otros menos, a la docilidad o a la rebeldía, Winston vive en la angustia de ser descubierto al expresar con cualquier actitud, gesto, balbuceo en la inconciencia del sueño o reacción involuntaria del cuerpo -como el pulso acelerado- lo que denunciaría su ser insurrecto, el deseo y necesidad de libertad.
Prohibido el amor, el deseo sexual, hay que engendrar hijos sólo para beneficiar al partido. Todo se convierte en violación a la intimidad, a la emoción como asunto del pasado. Siendo obligatoria la racionalidad. Vivir humillado es realmente una condición aquí.
Winston se arriesga, transgrede todas las reglas del partido, se enamora de Julia para luego unirse a la ambigua Hermandad con la esperanza del cambio por mediación de O´Brien, comisario de la policía del pensamiento, un delator, el mismo que lo captura y lo entrega al ministerio del amor... donde sufre todas las vejaciones posibles, hasta que convencen al ingenuo disidente de que la rebelión es algo inalcanzable.
Para Winston Smit la salvación del futuro está en la clase proletaria. Estos son marginados que gozan de cierta libertad y los únicos que aún pueden ser salvados de la ignorancia.
G. Orwell es el seudónimo de Eric Blair, escritor británico, vivió varios años en Paris y Londres. Colaboró con los republicanos en la Guerra Civil Española; en la Segunda Guerra Mundial formó parte de la Home Guard y actuó en la radio Inglesa, experiencias que lo marcaron como un luchador contra las normas sociales establecidas por el poder político.
Entre sus obras están Rebelión en la Granja (1945), Días en Birmania (1934) y Sin Blanca en París y en Londres(1933).
1984 es la antiutopía o distopía más célebre de todas cuantas fueron escritas durante la primera mitad del siglo XX. En ella, Orwell presenta un futuro en el que una dictadura totalitaria interfiere hasta tal punto en la vida privada de los ciudadanos, que resulta imposible escapar a su control. ¿Te parece familiar la situación?
Leerlo nos ayuda a visualizar que todo aquello que hemos aplaudido es puro simulacro de poderes. No creas todo lo que lees para aplaudir... Los grupos humanos (políticos, militares, empresarios) siempre arrastran un interés mezquino que habrá que descubrir. ¿Te atreves a a leer 1984

http://www.ciudadocio.com.mx/libros/resena_libro.php?id=68

jueves, 3 de marzo de 2016

¿QUE CONFIANCITAS SON ÉSTAS?



La facultad de decidir (dicen de la llamada confianza en sí mismo) muchas veces se disfraza de dificultad o incapacidad de hacerlo cuando lo que está detrás o debajo -puede ser también al frente- es el temor de si lo que se decide será lo “correcto”. Si alguien lo sabe con certeza, que tire la primera piedra y que me pase el secreto.
¿No será que aquellos que sienten confiar más en sí mismos son los que tienen menos miedo de afrontar lo que sus decisiones les deparen? Será cuestión de preguntarles. 
Aún ante prolongadas de-li-be-ra-cio-nes cualquier decisión sólo toma forma en la acción, es decir, puede ser que convenga o no hasta haber actuado, por determinado período de tiempo desde un segundo, hasta una vida. Si supiéramos sin lugar a dudas que lo que elegimos es lo que conviene al 100% no habría punto de comparación ni toma de decisiones, simplemente serían acciones mecánicas sin sa-tis-fac-ción. Qué le pone intensidad y sabor a la vida sino ¡esos puntos de comparación! Ahora si lo que preocupa es la duda de poder afrontar lo que venga, al final de eso se encarga el instinto de supervivencia: los seres vivos buscamos instintivamente el bienestar y somos capaces de mucho, por no decir: somos capaces de cosas inimaginables. 
El asunto se complica con la idea desgastada de “confianza en el Otro”, sentimiento de seguridad de que ese Otro hará lo que nosotros consideramos correcto y esperamos que haga (atente o no en contra de su voluntad, deseo y libertad). 
¿No será que por eso hay taaaaanta gente traicionada, con la confianza hecha trizas o peorcito,  despojada de ella? Sin omitir el deseo de ahorcar y desquitarse con las maldades más macabras a quien falló al valor de la amistad, a la idea de compromiso, a las expectativas del afectado, a los apegos...parece no importar si las decisiones y acciones ajenas son mal intencionadas o deliberadas (me parece que se delibera partiendo de la propia experiencia, entendimiento y valor individual sobre las cosas), dato importante que puede beneficiar a la hora de lidiar con el dolor de las decisiones ajenas.  
¿Se debe de hablar de confianza en las relaciones o de un espacio de respeto a las decisiones propias y ajenas que promueva el asumir la responsabilidad de nuestros actos? ¡Ay! pero que difícil es entender que nadie tiene el menor derecho de imponer su voluntad sobre la ajena y que en la libertad de elegir, toda elección y acción tiene un precio. Intentar controlar metiendo las narices, juzgando, recriminando, obligando, chantajeando, limita o diluye la posibilidad de asumirse res-pon-sa-bles. Si señor. Otro gallo canta cuando se exponen los miedos y preocupaciones, bueno, aunque eso de hacer evidente que somos vulnerables es un riesgo, al menos se es honesto. Moverse en ese espacio de respeto es dejar de preocuparse por querer controlar a como dé lugar la voluntad ajena, pesada y desgastante tarea. 
Tengo la ligera impresión de que al final la confianza en las relaciones no se da ni se gana; se genera en un espacio de libertad mutua frente a decisiones deliberadas. Cuando se tiene la libertad de elegir, el único responsable es uno mismo, ni echar la culpa al otro nos salva.
En fin…