miércoles, 20 de mayo de 2015

LIBERTAD DE EXPRESIÓN...



Pues como soy libre de expresarme según entiendo, lo haré del modo que me acomoda en éste momento, porque mi contexto e historia de vida hasta hoy no me han puesto en otro lugar para pensar diferente. Espero nunca estar en un lugar en donde me vea obligada a recurrir de lo que huyo.  

Libertad de expresión ¿tema delicado? Si.

Como siempre este asunto del lenguaje cada vez es más complejo, precisamente porque se vuelve más amplio a cada minuto ante nuevas circunstancias producto de nuevas relaciones con el mundo entre las personas y las cosas que necesitamos nombrar para darle claridad y sentido a nuestro pensar y actuar. Cuando hablamos de personas hablamos de conductas y hablar de conductas es hablar de pensamiento, de raciocinio. Aquí es donde surge el problema…todo aquello que implica subjetividad (pensamiento-conducta) es muy difícil de definir como algo concreto, inamovible.  

Para mí esto implica lidiar con conceptos, como lo llevo haciendo de unos años para atrás.

Revisando el significado de “Libertad de expresión”, amnistía internacional dice que es el derecho a buscar, recibir y difundir información e ideas sin temor o injerencias, relacionado con el derecho a defender la propia opinión y con el derecho a la libertad de pensamiento, consciencia y religión. Este derecho es importante para la dignidad de las personas y fundamental para el disfrute de otros derechos humanos.

Sí, yo sé que vivo en el sueño guajiro del diálogo, la responsabilidad social y el respeto a la dignidad humana (el derecho y deseo a vivir) así como el derecho a la libertad de ser y la obligación de dejar ser al vecino.

Supongo que mi derecho a expresar tiene un fin y es el de exigir un bien social.

Esto quizá suena descabellado para los que no creen en la libertad de expresión. ¿Cómo hacerles entender cuando están convencidos de otra cosa? No tengo idea.
Entre los que creemos en ese derecho ¿Cómo queremos ejercerlo?

Yo no sé...
Si la libertad de expresión incluye mentar la madre, ofender, elogiar, degradar, ensalzar, el silencio de una marcha pacífica, una burla o sarcasmo, una crítica, un diálogo, ya sea cantando, recitando, debatiendo, dibujando, escribiendo, son formas de lograr un cambio social ya sea solos, en pares, todos juntos dependiendo de la situación, entonces... ¿se vale todo? Parece ser que el respeto sale sobrando, si, aunque abunda gente en el mundo que no lo merece.
No estoy siendo sarcástica, de verdad no entiendo nada.

Yo solo sé que estoy en contra de todo aquello que atente en contra de la libertad y la paz que conlleva (en mis sueños).

Me aterra la idea de que la violencia -matanza o genocidio- sea una forma, tan solo una, de lograr o mantener la paz - no esa paz del sometido- la paz de la libre elección. 

Que alguien me explique...





Escrito por Alicia Ayora Talavera
8 ENERO 15

sábado, 16 de mayo de 2015

DE LA VIRTUD DEL LLANTO Y SUS LÁGRIMAS



Las manos de la ternura
O. Guayasamin

El día que se viene al mundo (o el mundo se nos viene encima) llega el primer llanto: reacción instintiva ante lo desconocido, la manifestación de lo que entró por los sentidos ante el cambio de lugar al que se estuvo acostumbrado por meses; el lenguaje más primitivo para expresar el sinsentido de todo lo que inicia y a falta de pensamiento ante la corta experiencia de vida, es señal de que sentimos y estamos vivos. Es un llanto sin lágrimas que acaba, una vez envueltos en un abrazo. 

Las lágrimas comienzan a surgir en los llantos posteriores probablemente estimuladas por el mecanismo fisiológico del mismo, pero suena más dulce pensar que surgen ante la exigencia irracional del bienestar del calor de un abrazo y del sabor de un pecho, de miradas y sonidos dulces cuando nos hablan y miran. Pueden ser ambas cosas, supongo.

En poco tiempo y para siempre las lágrimas expresan sentimiento; dolor o gozo, manifestación de nuestra consciencia, de lo más íntimo de nuestro ser, de nuestra sensibilidad y susceptibilidad ante el sentido, del poder para conectarnos con los otros -prueba de que no estamos solos o puestos al azar aquí entre todos los mortales. Es por eso que las lágrimas son como los bostezos, contagian; con solo verlas se pegan, sean mudas, resuenen, rocen, desgarren.

No hay vacuna preventiva ante el contagio, razón para haberse inventado demasiados prejuicios sobre ellas limitando su necesidad de expresar, su abundancia y condescendencia propia y ajena, al grado de motivar a algunos para salir corriendo, otros a endurecerse, la seriedad de aquellos que no desean perder la compostura, otros se apuran a jalar el gatillo, afortunadamente aún quedan muchos que se dejan contagiar.

¿La cantidad en la que llegan las lágrimas es directamente proporcional al prejuicio sobre ellas y al motivo del sentimiento?
Creo en lo primero...
y también en lo segundo.

A veces se llora a solas por necesidad, muchas otras por apariencia.
  
No hay nada mejor que llorar solos o en compañía de alguien haciendo a un lado los convencionalismos que pudren el cuerpo ante la urgencia de expresar sin reprimirse. Somos lenguaje y el cuerpo es el vehículo que lo manifiesta. Y si, así surgen las artes, pero no podemos negar que mientras se escribe, canta o pinta se llora. 
Se llora de sentimiento, nunca de razón.

Y no creo en santos, pero las lágrimas son sagradas, las propias y ajenas. Merecen ser ofrecidas y recogidas por el abrazo de nuestros pares.  

A éste contagio no hay que buscarle vacuna, de éste se debe padecer.

Escrito por Alicia Ayora Talavera

sábado, 9 de mayo de 2015

SUEÑO





Todo es blanco, impregnado el espacio de neblina sin dejar visible una línea que divida piso y muros. A lo largo colocadas hasta el infinito, lavadoras centrífugas blancas que anidan cuerpos, entre ellos el de mi madre, que al verme acechar por el cristal transparente de la puerta sale y se desdobla. No es ella la que conozco, esta señora está muy vieja, arrugada con manchas en las manos, tan flaca y de pelo gris. Lloro mientras la miro sorprendida, repasando su rostro y sus manos ancianas. Es mamá, lo sé, es ella en mi miedo a su muerte, por eso no trae el cabello negro y espeso, resplandeciente en el contraste de la piel de su rostro blanco y liso, sus cejas gruesas negras en una curva perfecta para cualquier ojo que las posea. Despierto de golpe y corro a la recámara para comprobar que la madre de todos los días sigue siendo la misma, no concibo que se muera, no entiendo la muerte, solo sé que es ya no estar y no volver a vernos, tan solo tengo cinco años. No está en la cama, voy a la cocina, lava platos, me escondo tras la puerta para observarla, lloro, lloro días seguidos sin decirle a nadie aunque pregunten, no quiero mirarle a los ojos hasta que me libero del futuro días más tarde con el paso imperceptible a mi escasa consciencia del tiempo.


Escrito por Alicia Ayora Talavera