miércoles, 15 de julio de 2015

EL QUE ESTE LIBRE DE PECADO...

Foto: Lucien Clergue

Los seres humanos estamos en continua trasformación, entendiendo por ello que nuestras experiencias nos hacen “ser” en nuestro hacer cotidiano. Y para poder “ser”, necesitamos estar en relación con algo o alguien. 
Vivimos en una mutua y constante respuesta con todo lo que nos rodea, así que las formas de relacionarse del ser humano con otro ser humano se definen en el hacer cotidiano, en el tú por tú. Todo comienza en ese lugarcito, metafóricamente hablando, donde dos personas coinciden. 
Hay muchas cosas que solo tienen sentido ante la existencia del otro, todo aquel que posee voluntad; sin los otros queda fuera toda idea de identidad, el yo, la dignidad como el derecho legítimo de existir, la humillación, la libertad, la obligación, el derecho, el poder, la desigualdad, la misma razón de existir, el éxito, el fracaso, la envidia, el reconocer-se…el anular. 
Solo puedo reconocerme como un ser humano digno y libre a partir del otro, así como también el valor de mis actos dependen del valor de los actos del otro, hecho que impide reconocernos en nuestra calidad de criaturas venidas por la misma suerte al mundo, en donde las diferencias han sido marcadas por el hombre y no por la vida en sí, para ella seguiremos siendo “una clase de seres vivos”. 
El reconocimiento en las relaciones del tu por tu es un punto de partida que encausa toda relación humana, y por ende lo que nos hace ser quien somos en cada relación. Acostumbrados a reconocernos por nuestras acciones olvidamos hacerle sentir al otro que independientemente de ello, ¡existe!, que importa, que vale su sufrimiento, su gozo, su congoja, su amor, su opinión, su voluntad, su libertad,  igual que la de uno mismo; cuando esto no sucede está demás decir que se le reconoce. 
En muchas ocasiones solo ante la desgracia es cuando uno se da cuenta que pertenecemos a la misma especie, que somos igual de vulnerables  y estamos atrapados por las mismas cosas. 
En esa relación del tu por tu ¿Qué sucede cuando no nos reconocemos? Nos anulamos. Así como el reconocer es un punto de partida en nuestra relación con la vida y el mundo, el anular también, y solo adquiere sentido cuando se hace sentir. 
No creo en el auto reconocimiento como algo que salga de uno mismo, tampoco el auto anularse. Eso solo puede provenir de la relación con los otros. Para que pueda reconocerme necesito del otro, y cuando esto no se da, la anulación viene por dafault. 
Y no es que se reconozca y anule por completo al otro en nuestras relaciones, nos la pasamos la mayor parte del tiempo en ese vaivén inconsciente. Nos perdemos en el reconocer por nuestras acciones y anularnos por las mismas. 

El que esté libre de pecado…

El que una entidad (gobierno o institución) no nos reconozca, es decir, nos anule, y viceversa, no es determinante para la vida de un ser humano ni tampoco para la subsistencia de la entidad. El reconocimiento en la relación del tu por tu, es fundamental para nuestra forma de vivir y de estar gozosos en el mundo.


Escrito por Alicia Ayora Talavera


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