miércoles, 3 de junio de 2015

LAS REGLAS DE LA VIDA Y REDES SOCIALES



Durante las últimas semanas una serie de circunstancias y lo que leo en las redes sociales -convertidas en refraneros- me hicieron pensar en la forma tan frecuente de recurrir a frases que pasan de boca en boca como el patrón cruzado al caminar: movimiento filogenético de los seres vivos perfectamente coordinado haciendo posible el desplazamiento corporal; no requiere de reflexión o aprendizaje previo.

Con esa misma filogenia se recurre a frases simples para “motivar” a alguien, se dan por sentado, se creen regla, se aprenden sin cuestionar ni mucho menos imaginar lo nocivo que resulta en ocasiones el tragarlas en el sentido literal.

Sin importar de donde surgen son aplicadas como reglas generales muy bien digeridas, pegan con tal fuerza que en muchas ocasiones su incumplimiento acarrea miedos, inseguridades, frustraciones, culpas y una serie de tormentos mentales, de esos que le dan de comer a la psicología, psiquiatría y medicina.

El que quiere puede…Ojalá y el querer bastara. A veces voluntad y perseverancia es lo que sobra, pero si las circunstancias no ayudan puede resultar verdaderamente difícil alcanzar esa “verdad” y en otras simplemente imposible. Se olvida o ignora que la vida está formada por infinidad de condiciones, eventualidades, accidentes o como se prefiera llamar; saberlo o recordarlo puede hacernos la búsqueda más relajada.

¡Tengo que ser alguien en la vida! Comúnmente esto se vincula a lo profesional, al reconocimiento social, a la trascendencia, al éxito. Si aplicara la regla en todos los casos, la lista de “fracasados” o “Los nadie” (como diría Galeano) sería interminable. También ser alguien en la vida puede ser tener lo necesario para vivir tranquilo y lo profesional o el éxito, son un plus.

El que calla otorga… Pareciera que cuando alguien no tiene nada que decir es por falta de argumentos. Si aplicara la regla habría entonces discusiones interminables. A veces uno se calla porque no hay manera de entablar un diálogo con la pared, en ocasiones se tienen argumentos pero las habilidades para expresarlas se tambalean.

¡Se el mejor!  Esta es la forma idónea de estimular la competencia -a veces enfermiza, llena de rivalidades e inconformidades- en el mundo capitalista. Es una manera eficaz de aplicarle un cuatro a la tan mencionada autoestima. Tratar de ser el mejor es muchas veces desgastante sobre todo para aquellos que necesitan desarrollar habilidades (no siempre se logra) que otros traen por “default” y compiten por un mismo puesto además que “no siempre se está en igualdad de condiciones”

Pensar en “hacerlo mejor” en lugar de “ser el mejor” quizá haga la vida más relajada.

¡Cree en ti! Estar seguros de que somos capaces de lograr lo que nos proponemos. Creer en uno mismo depende como todo de una serie de circunstancias, entre ellas la relación con los otros. Ojalá y fuera cuestión de repetírselo incansablemente, aún de que el mundo se empeñe en convencerte de lo contrario (nos comparan, miden, etiquetan, discriminan). Entender que nuestra forma de pensar parte de medidas de valor (bueno, malo, bonito, feo, correcto, incorrecto, normal, anormal) no está al alcance de todos.

Y así podríamos hacer una lista interminable sobre infinidad de temas.

Ahora cuando estoy en mi papel de Constantine (thriller de acción dirigido por Francis Lawrence protagonizada por Keanu Reeves) luchando con la gente contra sus demonios en mi consultorio o fuera de éste, pienso si lo que digo no es el choro que todos repetimos, me doy permiso de dudar. Todo es cuestionable. Podrá sonar muy aventurado, pero no creo en nada como verdad última (hablando de frases), pero si en todo como posible.

Escrito por Alicia Ayora Talavera

No hay comentarios:

Publicar un comentario