martes, 1 de abril de 2014

LA AVENTURA A LA VUELTA DE LA ESQUINA





Tradicionalmente, el peligro mortal, el roce explosivo de la eternidad que podía arrebatarnos a cada instante, constituían la diferencia entre la proeza y la faena. Pero, hoy que el riesgo ha adoptado el rostro estúpido del accidente, la aventura, al no responder a ningún desafío, se ha convertido en indemostrable. El peligro de muerte era el consenso ante el cual todos se inclinaban; hoy carecemos de este consenso; la trivialización del peligro ha borrado el principio de discriminación que desmarcaba al aventurero de la chusma. Sin la muerte heroica, ya no acabamos de saber que es un acontecimiento y nos sentimos alternativamente inclinados a amar y a maldecir esta indecisión pues la imitación gesticulante y el acto auténtico acaban por equipararse. En fin, lo que debo vencer para vivir aventuras, es en primer lugar mi propio escepticismo respecto a las que vivo.
Brucnker y Finkielkraut


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