jueves, 20 de marzo de 2014

DESEO ES DESEO


LOS VERSOS SATÁNICOS Salman Rushdie

                                       El Abrazo, Egon Schiele

Siguiendo el hilo de sus placenteros pensamientos, el Mirza formuló un mudo discurso a su esposa que descansaba. -Mishal, tengo cuarenta años y me siento tan satisfecho como un niño de cuarenta días. Ahora veo que durante los años he ido sumiéndome más y más en nuestro amor y ahora nado en ese mar cálido como un pez-¡Cuánto le daba ella, se admiraba el Mirza, y cuánto la necesitaba él! Su matrimonio trascendía de la mera sensualidad, era tan intimo que la separación era inconcebible. -Envejecer a tu lado, Mishal- le dijo mientras ella dormía-, será un privilegio. Se permitió el sentimentalismo de lanzarle un beso con la punta de los dedos antes de salir de la habitación andando de puntillas. Cuando regresó al porche principal de sus aposentos privados, en el piso alto de la mansión, miró hacia los jardines que salían con el amanecer de la bruma, y vio la imagen que turbaría su paz de espíritu para siempre, destruyéndola irreparablemente en el mismo instante en el que comenzaba a creerla invulnerable a los estragos del destino.
Vio en el césped a una muchacha que estaba en cuclillas, con la mano izquierda extendida con la palma hacia arriba. En esa superficie se posaban las mariposas y ella, con la derecha, las cogía y se las metía en la boca. Lenta, metódicamente, se desayunaba sus alas inertes.

El deseo está siempre en algún sentido sobre todo aquello que vayamos conociendo, descubriendo o inventando. Nadie está libre de sentirlo. AAT




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